lunes, 26 de octubre de 2009

"Laboratorio no! Oratorio"

Hace ya mas de 150 años, había un cura que andaba por las zonas de Italia donde los jóvenes eran poco menos que animales: condenados a trabajar desde los 6 años, sin hogar ni familia, y presos por robar para comer. Un panorama más que desalentador para alguien que se desvivía porque los jóvenes tengan una vida digna. Si, estamos hablando de San Juan Bosco, Don Bosco para los amigos como vos y como yo que nos criamos en los patios de sus casas.

Sin embargo, este gran hombre no se dejó caer por la realidad de ese entonces y poco a poco los fue juntando, enseñando catequesis, dándole comida, un lugar y sobre todo amor. Pero un amor que nacía de la empatía, de saber por experiencia como se siente ser un chico al que la sociedad le hace sentir que está sin casa y sin un futuro. Y así, más que por los juegos, la comida o la catequesis, los chicos se sentían atraídos por ese hombre que les daba justo eso que les faltaba: una sonrisa en la cara, pero sobre todo una ventana de esperanza que iluminaba el corazón.

Así pasaron desde ser sólo uno (Bartolomé Garelli) a ser mucho: más de 100.

Era entonces donde Don Bosco se dio cuenta que el Oratorio, ese lugar que era Casa Patio, Parroquia y Escuela necesitaba establecerse en un lugar físico, ya que por ser muchos chicos alegres, juguetones, y continuamente en movimiento, a cada lugar que iban eran motivo de queja de los vecinos.

Así, apareció la persona menos esperada en el momento más necesario. Fue cuando el oratorio fue poco menos que echado del lugar donde estaba por el bullicio que generaba que apareció Pancracio Soave, un hombre pequeño y tartamudo. Este señor venía en nombre de Francisco Pinardi y el diálogo entre él y Don Bosco (de acuerdo al libro de Teresio Bosco) fue:
"-¿Es verdad que usted busca un lugar para instalar un laboratorio?
-Un laboratorio no. Un oratorio"
Luego de aclarado el malentendido, se encaminaron a la casa del Sr. Pinardi, lo que luego sería el Oratorio de Valdocco, allí, entre medio de una conversación entre Don Bosco y el dueño del lugar, se vuelve a repetir el mismo diálogo:
"Don Bosco estuvo a punto de rechazarlo.
-Es demasiado bajo, no me sirve.
-Lo haré arreglar a su gusto -repuso Pinardi- (...) Porque deseo muchísmo que estblezca aquí su Laboratorio.
-No es un laboratorio, sino un Oratorio -repitió Don Bosco- una Iglesia para reunir a los jovencitos"
Claro está el equívoco si se asume que esto sucede en 1846, en la época en que afloraban laboratorio e industrias.
Bueno, Uds. pensarán que esto se queda en esa pequeña porción de historia que acabamos de relatar. Sin embargo no es así.
Este cuatrimestre, yo (el oveja) no he podido concurrir al oratorio por cursar los sábados. Creanme, no hay nada más lindo que el oratorio, y uno recién lo nota (como todo) cuando le falta...
Es así que me vi relegado a hacer todo lo posible por el oratorio desde las posibilidades que me daban estas circunstancias. Así surgió al posibilidad de hacer una fiesta en el Centro de Estudiantes de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes.
Fue muy gracioso cuando a cada persona a la que le contaba que estábamos trabajando en el oratorio para invitarlo a la fiesta, me preguntara "waw! en que laboratorio estás trabajando?" ya que es algo común trabajar en laboratorios de investigación a lo que mi respuesta era "Laboratorio no! Oratorio" y venía la explicación acerca de qué es el oratorio.
Hoy en día una gran parte de la Comunidad Universitaria conoce el Oratorio y sabe (de cierto modo) qué es. La fiesta fue un éxito y nos sirvió para juntar fondos pro-campamento de diciembre.
Hoy en día el diálogo se sigue repitiendo con la venta de rifas:
"-Hola me comprás una rifa para que nos podamos ir de campamento con el oratorio?
-waw!! un laboratorio de campamento?"
Así que como verán, no hay un pedazo de la historia de quienes llevamos un poco de sangre Salesiana en las venas (como dice la canción de Meana) que no nos traiga memorias a los inicios de nuestro padre Don Bosco.
Espero que esto les haya servido a todos los que de algún modo tienen que llevar sus convicciones salesianas y religiosas a un ambiente hostil y reticente, como suele ser para estas cosas el ambiente académico. Y sobre todo para quienes no sabe qué es un oratorio.
Saludos y un fuerte Abrazo en Don Bosco



OVEJA